30 septiembre, 2013

Tarta de queso apta para intolerantes a la lactosa

Ay, que se nos va septiembre!
Ya he comentado por aquí que es un mes que me produce contradicciones, así que no sé si me da pena o me alegra de que pase. Me mantendré como Suiza, en una posición neutral, pero sí que tengo muchas ganas de octubre. Especialmente porque ¡por fin! ha llegado el otoño :). Sabía que cuando el verano tardó tanto en llegar (¿recordáis estar en mayo-junio con abrigo?) tendríamos calor para rato. Pero bueno, al fin refresca y el sábado se pasó tooodo el día lloviendo que daba gusto.

Eso sí, menudo fin de semana he pasado. El elfo ha tenido unos días muy ajetreados porque tocaba este fin de semana su viaje habitual a Inglaterra con sus amigos de "las pinturas", al Games Day, donde presentan a concurso de pintura sus miniaturas. Yo, ilusa de mí, pensaba aprovechar el finde que me quedaba sola para hacer un montón de cosas, pero el jueves por la noche empecé a sentirme mal...

Lactosefree Cheesecake

A medianoche mi estado pasó a ser "de pena". Al parecer pillé un virus de esos estomacales que andan sueltos ahora causando estragos por aquí, según me contó mi suegra. Qué bien viene tener un familiar médico disponible las 24 horas por teléfono, sobre todo cuando la madre de una está lejos. Y es que jo, todavía echo de menos a mi madre y sus cuidados "de madre" cuando me pongo enferma. Pero bueno, después de una noche y un día en el que estuve totalmente KO poco a poco fui mejorando, y hoy ya estoy totalmente recuperada.

Por cierto, qué bien sienta la primera comida sólida que el cuerpo acepta cuando se ha estado enfermo. Cuando mi suegra me dio permiso para comer algo me dijo que pensara en lo que más me apeteciera, que el cuerpo sabe lo que le conviene. Pues mi comida "de enferma" casi siempre es la misma: pan tostado con un hilillo de aceite y una pizquita de sal, plátano muy maduro y/o manzana asada sin piel. Es lo que hemos tomado toda la vida en mi casa cuando nos recuperábamos de alguna enfermedad y creo que seguiré haciéndolo toda mi vida. ¿Cuál es vuestra comida "de enfermo"?

Lactosefree Cheesecake

Bien, después de este rollo (que no tenía pensado ni en broma escribir para acompañar esta receta), dejo una última entrada para despedir septiembre. Además, me parece una receta todavía algo "veraniega", al menos no tan otoñal como las que me van apeteciendo ahora. Y es ¡mi primera tarta de queso! Os parecerá una tontería, pero como soy intolerante a la lactosa jamás había hecho una antes, y creo que ni siquiera había probado ninguna antes, ni de niña.

El elfo es un auténtico apasionado de las tartas de queso y me daba penica no hacerle nunca ninguna, así que llevaba un tiempo con la idea de hornear una aunque fuera sólo para él. Pero como he visto muchas tartas de este tipo, en páginas alemanas sobre todo, que emplean queso del tipo Quark para el relleno, probé a emplear el queso fresco batido desnatado que tanto me gusta mezclándolo con nata sin lactosa. El resultado fue fantástico, cuajó sin problema :). Aunque para el elfo le faltaba sabor a queso, claro, y es que este tipo de lácteo es muy suavecito, por tanto también es más ligero en calorías. Pero ya tengo localizada una marca de queso crema para untar sin lactosa, y pronto probaré de nuevo otra receta de tarta de queso que podamos disfrutar los dos.

Lactosefree Cheesecake

Las tartas de queso se pueden hacer con una base del tipo de masa quebrada o masa brisa, pero creo que le va mucho mejor la típica elaborada a partir de galletas machacadas. Lo que no veo necesario es añadir tanta cantidad de mantequilla ni azúcar extra a la base como se suele ver en algunas recetas. Me he limitado a poner un poco de mantequilla sin lactosa fundida y luego he añadido queso cremoso hasta conseguir la consistencia necesaria, procurando que no fuera demasiado húmeda, sólo lo justo para mantenerse compacta.

Tarta de queso sin lactosa
Receta del relleno adaptada de Nicky&Max
Para 1 molde de 22 cm

Base:

- 150 g de galletas integrales
- 20 g de mantequilla sin lactosa fundida
- queso crema necesario

Relleno

- 2 huevos L
- 200 g de nata para montar sin lactosa
- 450 g de queso crema sin lactosa
- 90 g de azúcar
- 1 sobre de azúcar vainillado
- 1 cucharada de zumo de limón
- 50 g de maizena
- 1 pizca de sal

Lactosefree 
Cheesecake

Precalentar el horno a 170ºC y engrasar un molde redondo desmontable de unos 22 cm de diámetro. Triturar o machacar las galletas. Añadir la mantequilla fundida y cucharadas de queso crema hasta conseguir una masa húmeda con la que forrar el fondo del molde. Apretar bien y reservar en la nevera.

Separar las yemas de las claras de los huevos. Batir a punto de nieve las claras en un recipiente amplio. Añadir la nata para montar sin lactosa y seguir batiendo hasta conseguir picos blandos. En un recipiente aparte, batir las yemas con el queso crema con el azúcar, el azúcar vainillado, el zumo de limón y la sal. Añadir la maizena tamizada.

Incorporar la mezcla de claras y nata a la segunda preparación y mezclar bien con suavidad. Llenar el molde, igualando la superficie con una espátula. Hornear sobre una rejilla durante unos 60-70 minutos, cubriendo el molde con papel de aluminio después de la primera media hora.

Lactosefree 
Cheesecake

Adiós septiembre, bienvenido octubre. Y sobre todo, ¡bienvenido otoño! Que tengáis una feliz semana.
26 septiembre, 2013

Mermelada de ciruela claudia y conserva de tomate. Conservas caseras {Ventanas Verdes}

Después de una pequeña pausa veraniega el equipo de Ventanas Verdes vuelve a la carga, con energías e ilusiones renovadas y pensando ya en muchos retos para los próximos meses. Para nuestro regreso en septiembre creo que no podía haber un tema mejor que el de las conservas caseras.

Y es que el final del verano es la época ideal para envasar y preparar conservas de todo tipo. Muchas hortalizas nos han regalado sus mejores cosechas, ha pasado la mejor temporada de tomates y se mezclan en el mercado muchas frutas diferentes, las últimas estivales y las primeras del otoño. Para los afortunados que viven en regiones donde los frutos del bosque llenan los caminos es el momento perfecto para recolectar moras, frambuesas y otras maravillas silvestres.

Plum marmalade

No fue hasta que empecé con el blog cuando me dio por descubrir el apasionante mundo de las conservas en casa, a pesar de que en mi casa siempre hemos tenido muchos tarros de mermeladas y compotas. ¿Otra herencia suiza? Es muy probable, y es que mi familia centroeuropea no entiende una despensa sin su cargamento de botes. Y una gran mayoría son caseros, como los que siempre tiene mi abuelastra en su casa, delicias de todo tipo para los desayunos.

Y así empecé a imitarles elaborando mis primeras mermeladas y compotas, algunas de las cuales he dejado caer por este blog a lo largo de estos años. Creo que mis favoritas serán siempre la de tomate, la de higos y la de albaricoques.

Canning tomatoes

Pero desde hace unos años otro tipo de conservas inundan nuestras despensas, las de tomate. Cada verano el terreno del amigo agricultor de mi padre nos da una cosecha fabulosa de tomates tipo pera que la gente del campo aprovechamos al máximo. Kilos y kilos de tomates que además de estar deliciosos al natural, se convierten en decenas de tarros de conservas: tomate al natural, tomate frito, salsas de tomate... Y algunos de esos botes se vienen conmigo a Madrid por supuesto :).

Yo he cogido la costumbre de preparar una buena remesa de mermelada cuando retorno a la capital al final del verano. El primer día que mi suegra y yo volvemos al mercadillo semanal elijo una de las fantásticas frutas que tiene la señora Luisa y me llevo un par de kilos. Este año han sido las exquisitas ciruelas claudia, ya maduritas, que se encuentran en los últimos días de su temporada.

Plum marmalade

Lo bueno de hacer tus propias mermeladas y compotas es controlar la calidad de la fruta y la cantidad de azúcar. No me gusta hacerlas demasiado dulces, prefiero emplear materias primas que ya sean por sí mismas muy dulzonas y reducir bastante las cantidades azúcares, y cada vez me gusta más usar azúcar moreno.
Esto puede provocar que la mermelada sea más bien compota, menos espesa, pero sinceramente, ¿qué más da? :). Siempre se puede reducir más tiempo, o añadir pectina o algún gelificante a la mezcla.

Plum marmalade

Para preparar los tarros yo uso siempre el mismo sistema. Al principio empecé hirviéndolos en agua, pero, sinceramente, el horno es mucho más cómodo. Aunque ya estarán limpios, los lavo y seco bien, compruebo que no tienen abolladuras ni oxidaciones en las tapas, y los coloco dentro del horno a unos 180-200ºC. Las tapas las pongo a hervir en agua en un cacito. Los dejo unos 15-30 minutos, apago el horno y los mantengo al calor de dentro mientras termino con la mermelada.

Para envasar, los lleno casi hasta el borde, limpio bien la rosca, seco las tapas y cierro de forma firme pero sin pasarme. Los coloco boca abajo y al rato se escucha el plop que indica que ha hecho efecto vacío. Los guardo en un lugar seco y oscuro y me duran meses sin problemas.

Mermelada de ciruela claudia
Receta a mi manera
Para unos 6-8 tarros de diferentes tamaños

- algo más de 2 kg de ciruelas claudias
- 600 g de azúcar blanco o moreno
- 2 cucharadas de zumo de limón

Lavar y secar bien las ciruelas. Quitarles el rabito, partirlas por la mitad y retirar los huesos. Trocear en cuartos si se prefiere. Pesarlas ya preparadas para asegurarnos que tenemos al menos 2 kg de pura fruta. Añadir el azúcar y remover bien hasta que se integre. Tapar y dejar reposar varias horas, mejor si es toda la noche.

Plum marmalade

Remover un poco y chafar con una buena cuchara de madera, añadiendo el zumo de limón. Para conseguir una textura más homogénea y que la piel casi desaparezca, se puede triturar con una batidora común antes de poner a cocer.

Encender el fuego y llevar a ebullición. Bajar la temperatura y dejar que cueza a fuego lento, removiendo de vez en cuando y retirando la espuma que suelte. El tiempo de cocción puede variar dependiendo de la consistencia que queramos conseguir, yo suelo estar unos 30-45 minutos, en ocasiones hasta una hora larga. Mientras tanto, preparar los tarros.

Para comprobar la consistencia de la mermelada, lo más fácil es tener un platito en el congelador y poner una cucharadita de la mezcla directamente encima. Esperar unos segundos y mover el plato para ver si ha espesado. Aunque una mermelada/compota que no sea muy espesa no es necesariamente ningún problema ;).


Cuando se tenga el punto deseado, retirar del fuego y envasar con cuidado de no quemarnos en el proceso. Si no conseguimos llenar todos los tarros, podemos guardar lo que ha sobrado en un simple tupper, cuando haya enfriado, y consumirla ya guardándola en la nevera.

Plum marmalade

Ahora me están dando ganas de preparar alguna conserva con higos, sobre todo después de ver la mermelada de Paula y el chuteny de Ajonjolí. Pero es que están tan ricos al natural que no sé si podré aguantar la tentación de comprarlos y no comérmelos!

¿Vosotros aprovecháis esta época para hacer conservas caseras? ¿Soléis consumir mermeladas en casa? Sea como sea, no os perdáis las propuestas de mis compañeras de Ventanas Verdes.
22 septiembre, 2013

Viajando. Cantabria III: Santander, Comillas y Castro Urdiales

A pesar de que nos encanan los pueblecitos y las rutas por bosques y montañas, había que visitar Santander, por supuesto. Sólo pudimos dedicarle un día, pero mereció la pena, y más con el tiempo espléndido que nos acompañó toda la jornada.
Recorrer una ciudad que no conozco de nada me agobia un poco cuando tengo poco tiempo, pero contábamos con los recuerdos muy vagos de mis padres que habían estado en la ciudad de paso hace muuuchos años (algo que por tanto no nos sirivó de mucho), y con las sugerencias de amigos y familiares. Al final, de todas formas, aparcamos donde pudimos, pasamos la mañana paseando por donde nos llevaba el viento (más o menos) y comimos (de maravilla) donde más o menos nos pilló cuando se despertó el hambre.

Santander

Yo no soy muy playera pero reconzoco que Santander tiene unas playas preciosas, gracias a la buena situación sobre la que se asienta la ciudad. Es agradable caminar por sus avenidas y paseos siguiendo la línea de costa, comenzando por la Bahía en dirección a la Península de la Magdalena. Al parecer, mucha gente madrugaba para coger buen sitio en la arena desde las primeras horas de la mañana, y también nos cruzamos con un montón de corredores que me dieron mucha envidia, para qué engañarnos. Correr engancha, ya me lo advirtieron.

Santander

Santander

La Península de la Magdalena sin duda es un sitio que hay que visitar si se va a Santander, especialmente si se disfruta de la naturaleza. Con casi 25 hectáreas, es como un gran parque que esconde distintos rincones, con un perfil que asciende siguiendo las playas y las rocas escarpadas de los acantilados. Con un día tan bonito como el que tuvimos, las vistas en su zona más elevada son espectaculares, y me reconciliaron con el mar. A veces se me olvida que lo que no soporto es el ambiente turístico-playero, que en realidad el mar me encanta y me fascina.

Hicimos una parada técnica en la cafetería de los edificios de la UIMP, antiguas caballerizas reales, donde los cántabros nos volvieron a demostrar que dominan el hojaldre como nadie.

Santander

Santander

En la parte más elevada de la Península se sitúa el imponente Palacio Real, que hace años fue residencia de verano del rey Alfonso XIII. Al parecer lo restauraron hace poco y hoy luce majestuoso, siendo sede de los cursos de la Universidad Internacional Menéndez-Pelayo. También se organizan eventos privados en su interior, o al menos eso dedujimos de la cantidad de personas vestidas de boda que fueron llegando; muy horteras todos, eso sí. Me quedé con ganas de ver a la novia...

Bajando desde el Palacio, siguiendo la otra orilla, se llega a una zona donde se sitúan embarcaciones, destacando las tres carabelas que el navegante cántabro Vital Alsar donó a la ciudad. Más adelante hay un pequeño zoo enclavado en la propia orografía del terreno, con pingüinos y otros animales marinos.

Santander

Helado en Santander

Continuamos nuestro paseo dirigiéndonos al centro viejo, aunque el pobre de viejo tiene poco debido al incendio que arrasó con sus calles en la década de 1940. A pesar de todo, tiene calles con encanto, paseos muy agradables y plazas bonitas con muchos puntos de interés. Eso sí, a la hora de buscar donde recargar energías nos volvimos a dirigir hacia brisas marinas para comer cerca del Paseo Pereda. Las rabas son especialidad en toda la ciudad, aunque nosotros nos decantamos más por otros pescados igualmente deliciosos.
Luego bajamos la comida con un paseo de sobremesa siguiendo la línea del mar, y no pude olvidarme de Paula cuando me encontré con uno de los locales que la famosa heladería Regma tiene en la ciudad. Helado de yogur -que no yogur helado- cremosísimo y abundante.

Comillas, Cantabria

Comillas, Cantabria

Otra de las localidades que no podíamos dejar de conocer era Comillas, aunque fuera sólo por El Capricho de Gaudí. Fuimos con algo de prisa ya que encadenamos la visita con otras aquel día, y llegamos por la tarde cuando la villa estaba ya a tope de turistas. Si San Vicente de la Barquera no nos dio ningún problema para dejar el coche, Comillas fue todo lo contrario. A ver, ¿dónde está el sentido de que te indiquen por carretera El Capricho para que al llegar no se permita aparcar en ningún sitio? Los pocos aparcamientos estaban a tope y dimos más vueltas que un tonto, menos mal que al final encontramos un hueco alejado del centro, camino de las playas.

Comillas, Cantabria

Comillas. El Capricho (Gaudí)

Pero la localidad es muy bonita, y sin duda merece la pena dedicarle aunque sea un par de horas para recorrer uno de los primeros diseños modernistas en los que trabajó el arquitecto, y de los pocos trabajos que se pueden encontrar fuera de Cataluña. El Capricho es el nombre popular que ha adquirido esta residencia de verano de Máximo Díaz de Quijano, concuñado del Marque de Comillas, y está llena de detalles originales y de las señas de identidad de lo que sería el estilo de Gaudí en sus obras posteriores.
En el exterior sobresale la famosa torre y el diseño de las fachadas que alternan ladrillo visto con decoraciones de cerámica vidriada que reproducen las hojas y flores del girasol. Pero hay que adentrarse en su interior y recorrer todas las estancias para perderse un poco y maravillarse de la originalidad y creatividad del genio modernista.

Comillas, Cantabria

Comillas, Cantabria

Tras abandonar El Capricho dimos un pequeño paseo por las calles de aspecto medieval de su casco viejo, muy recomendable, aunque ya estábamos cansados de aquella jornada. Al final tuvimos suerte de haber tenido que aparcar algo alejados del centro, pues de otra manera se nos hubiera pasado la visita al sobrecogedor cementerio. Situado en lo alto y diseñado por Doménech y Montaner, se integra en las ruinas de una ermita gótica y esconde detalles fascinantes, aunque lo más llamtivo es la imponente escultura del Ángel Exterminador que vigila la entrada recortado contra el cielo.

Castro Urdiales (Cantabria)

Castro Urdiales (Cantabria)

Castro Urdiales (Cantabria)

El último día que pasamos en Cantabria abandonamos la Comunidad dirigiéndonos hacia el este siguiendo el litoral. Haríamos noche en Bilbao, pero antes nos detuvimos en la última localidad cántabra, Castro Urdiales. Nos marchamos con el mismo tiempo que nos recibió al llegar, frío, gris y húmedo, aunque eso le daba cierto encanto.

Dimos un pequeño paseo desde el puerto hacia la iglesia de Santa María de la Asunción, que vigila la localidad desde su posición estratégica enfrentándose a las inclemencias del clima marítimo. La verdad es que me sorprendió gratamente la visita a este templo, pues es una pequeña joya del gótico que en su interior con obras de lo más interesantes, aunque por desgracia se nota la falta de presupuesto para una urgente restauración. 

Hojaldre en Castro Urdiales

Después, paseíto por las calles del centro, últimas compras y despedida de esta maravillosa tierra. Y qué mejor que hacerlo con un último bocado dulce de una de las pastelerías más antiguas de la localidad... ¡Qué maravilla de hojaldre!

A pesar de que en el País Vasco estuvimos sólo dos noches creo que merece la pena que le dedique una pequeña entrada, pues también quedé encantada :). Y ya os prometo que no daré más la vara con mis vacaciones de este año ;).
Por cierto... ¡hoy hace su entrada el otoño!
20 septiembre, 2013

Viajando: Cantabria II. Picos de Europa, Potes y San Vicente de la Barquera

Una de las cosas fantásticas que ofrece Cantabria, al igual que sus vecinas Comunidades del norte de España, es que uno puede disfrutar de muchos paisajes diferentes, de bosques y montañas, pero también de ríos, cuevas y playas. La verdad es que nosotros teníamos mucho mono de zonas montañosas y no podíamos dejar de visitar uno de los puntos turísticos más recomendados: Fuente Dé.

Fuente Dé

Fuente Dé es el nombre de la localidad situada en el municipio de Calameño, en la zona de los Picos de Europa, pegadita a la vecina Asturias. Llegar hasta el lugar es ya un recorrido muy recomendable por el maravilloso paisaje que se recorre, entre mostañas escarpadas cubiertas de frondosa vegetación. Pero lo interesante es llegar hasta el pie del sistema montañoso donde hay un teleférico que salva un desnivel de 753 metros y regala vistas espectaculares desde su estación superior.

Fuente Dé

Como he dicho, es un sitio muy turístico y nosotros tuvimos la gran idea de ir justo el día 15 de agosto, que es día festivo, por lo que el lugar estaba a tope de gente. Bueno, elegimos ese día por descarte de otros y porque amaneció con un día fantástico, y es que subir a Fuente Dé con mal tiempo y nublado no es muy buena idea, ni merece la pena. 

Lo bueno es que el lugar está muy bien organizado y se puede sacar el billete antes de que llegue tu turno, el cual van avisando por megafonía. Nos tocaba esperar un par de horas, pero con ese entorno no había ningún problema. Un simple paseo por los alrededores invita a volver en otra ocasión para realizar alguna de las rutas de senderismo y montañismo que llenan el valle.

Fuente Dé

En poco más de cuatro minutos la cabina (obra Suiza, lo comprobé, como se nota que son expertos en teleféricos y montañas) sube a 20 personas hasta la estación superior donde hay un mirador fantástico. Arriba apenas hay vegetación, el paisaje es típico de alta montaña, e incluso en verano hay zonas donde la nieve aguanta esperando al invierno. Tumbados en las rocas, con las aves rapaces volando por encima de ti y las cabras montesas descansado al lado, con ese paisaje a tus pies... daban ganas de quedarse allí dejando las horas pasar.

Potes

A la vuelta paramos un rato en uno de los pueblos que se atraviesan en el camino a Fuente Dé, Potes, uno de los más visitados por turistas. Es una localidad no muy grande situada en medio de la confluencia de cuatro valles, rodeada de montañas y atravesada por aguas fluviales. Su caso viejo recuerda su rica historia medieval, con construcciones de piedra y madera, calles pedregosas y sinuosas, torres y muchos puentes.

Potes

La propia Villa de Potes tiene el reconocimiento de Bien de Interés Cultural como conjunto histórico, y la verdad es que es muy agradable pasear por sus calles y bajar al río, a pesar de la cantidad de turistas que la llenan sobre todo en verano. Hay muchísimos sitios para comer especialidades locales y las tiendas meclan los reclamos más turísticos con artesanía y productos gastronómicos locales.

Productos típicos de Cantabria. Potes

Además de los sobaos y las quesadas, que se repiten en todos los comercios allá donde se vaya, Cantabria ofrece muchos otros dulces, aunque es imposible que no te llame la atención la variedad de galletas con nombres... curiosos, y también los licores. No hay que olvidar las legumbres locales, los ricos quesos o las famosas anchoas, y también es fácil encontrar las corbatas de hojarldre de la cercana Unquera.
San Vicente de la Barquera

Otra de las localidades que queríamos visitar sí o sí era San Vicente de la Barquera. La villa también da nombre al municipio del cual es capital, y se sitúa en un entorno privilegiado. En medio del Parque Natural de Oyambre, San Vicente de la Barquera ha vidido y vive muy ligado al mar y su puerto pesquero, aunque ahora también es un importante motor económico el turismo, como no podía ser menos.

San Vicente de la Barquera

Es una localidad pequeña pero que ofrece muchos atractivos diferentes. Lo más recomendable es dejar el coche en el aparcamiento que hay junto a uno de los puentes de acceso a la parte antigua, y luego pasear tranquilamente por sus calles. El paisaje de alrededor guarda rías, platas, dunas, bosques y acantilados, y la zona vieja está declarada como Conjunto Histórico.

San Vicente de la Barquera

Hay que destacar la iglesia de Santa María de los Ángeles, que domina la villa desde la parte más elevada de la localidad. Gran ejemplo de construcción del gótico montañés, destacan las puertas románicas exteriores, las altas bóvedas de las naves interiores y el sepulcro del Inquisidor Antonio del Corro, una obra escultórica funeraria de gran belleza.

San Vicente de la Barquera

San Vicente de la Barquera

Cuando aprieta el hambre el visitante no tiene problemas por encontrar lugares para disfrutar de la gastronomía local, sobre todo por el auge del turismo. Nosotros encontramos un restaurante con solera junto a la ría, de esos ante cuya barra se agolpan los locales tomando el aperitivo mientras los turistas extranjeros prefieren torrarse al sol en la terraza exterior. La carta en estos locales es muy parecida, y es difícil fallar con la variedad de pescados y mariscos frescos.

¡Lo que he disfrutado yo comiendo en Cantabria! También ofrecen platos de carne nada desdeñables, pero ya sabréis que yo soy poco carnívora y que con lo que realmente disfruto es con los buenos productos del mar, y en con eso la gastronomía cántabra no falla.

La verdad es que nos faltaron días para poder visitar todas las localidades y enclaves que nos hubiera gustado, pero había que seleccionar. Aún nos faltaban un par más de destinos, y no podíamos olvidar al menos una paradita en Santander.
14 septiembre, 2013

Viajando: Cantabria I. Valle del Miera y Cabárceno

Con más retraso del que tenía previsto, aquí está la primera entrada dedicada a las vacaciones de este año. Justamente ayer la Vuelta Ciclista a España entró a Cantabria atravesando la zona donde estuvimos alojados, y recordando esos paisajes maravillosos no podía esperar más para enseñaros algunas imágenes de unos días fantásticos por el norte de España.


Estuvimos alojados en una casa rural estupenda que recomiendo a todo el mundo, sobre todo para parejas de amigos o familias pequeñas. Se llama Flor de Linto, y en realidad es un edificio restaurado que acoge tres apartamentos tras la reforma y restauración de lo que en otro tiempo fue una escuela. Son viviendas en dos pisos, pequeñitas pero muy apañadas, bien equipadas y muy agradables. Los dueños son majísimos y nos explicaron y recomendaron muchas cosas para hacer y visitar, tantas que nos hubiéramos tenido que quedar un mes entero para poder abarcarlo todo.

Valle de Miera (Cantabria)

Valle de Miera (Cantabria)

Los apartamentos están situados en pleno Valle del Miera, uno de los valles pasiegos que nos ofrece la comunidad cántabra.. La zona está llena de pequeños pueblos, algunos más bien aldeas o caseríos, todos encantadores. Su nombre nos da la pista de que se encuentran en Linto, una de estas pequeñitas poblaciones que salpican la vera del río Miera.

Valle de Miera (Cantabria)

Cruz de Rubalcaba


Desde allí se pueden realizar muchas rutas de diferente dificultad por los alrededores, incluso cruzando el río en algunos puentes para visitar los pueblos del otro lado. El paisaje es espectacular, la vegetación frondosa y el río le da un carácter especial. Es uno de los valles más angostos y con un relieve más abrupto que tiene nuestro país, pero eso no impide que esté lleno de vida. Cada pueblecito tiene su encanto y sus habitantes son en general muy simpáticos y amables.

Valle de Miera (Cantabria)

Liérganes (Cantabria)

Más abajo entramos en el municipio de Liérganes, el pueblo más grande y más turístico de la zona. Es realmente muy bonito, especialmente su centro histórico, con calles y edificios que recuerdan a un pasado medieval. Tiene un balneario que recomiendo visitar aunque sea por el carácter decadente que se respira en su cafetería, y numerosos alojamientos para turistas y visitantes. Además lo atraviesa el río y es muy agradable pasear rodeándolo o bajar hasta sus mismas orillas.

Liérganes (Cantabria)

Liérganes es un pueblo que merece la pena visitar, es muy agradable para pasear tranquilamente y hacer algunas compras. Los comercios más tradicionales se mezclan con los más enfocados al turismo, pero siempre con el encanto local. Además se come de maravilla, tienen una especial pasión por el chocolate con churros, y allí fue donde compramos los primeros sobaos durante nuestra estancia.

Sobaos pasiegos

Sobaos pasiegos

Supongo que los más famosos son los sobaos El Macho, que se pueden ver en casi cualquier parte de Cantabria. Los venden en formato enorme o en paquetes de tamaños más razonables, y son una absoluta delicia. Nada que ver con los más comerciales que venden en el resto del país, estos saben a mantequilla-mantequilla, son tiernos y esponjosos, una auténtica delicia.

Parque de Cabárceno (Cantabria)

Muy cerca de nuestro alojamiento, y cercano también a Santander, se encuentra el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, un lugar muy recomendable para familias con niños o simplemente para amantes de la naturaleza y los animales. Como me dijo Paula, "es un zoo que no es un zoo", y es que se trata de un gran terreno de 750 hectáreas donde los animales viven en espacios abiertos muy amplios.

Parque de Cabárceno (Cantabria)

Parque de Cabárceno (Cantabria)

Cabárceno se recorre en coche y la verdad es que da la sensación a veces de estar en un safari, al poder observar a los animales en lontananza, pudiendo correr de verdad y moverse a sus anchas. El parque en sí mismo es muy bonito, con unas vistas preciosas de los alrededores, y ese curioso tono marrón-rojizo de la tierra, debido a que fue una explotación minera de hierro a cielo abierto.

No quiero saturaros mucho con las fotos; pronto publicaré la siguiente entrada del viaje ;).

PD. Os prometo que tenía pensado publicar esto ayer, pero justo fue el día en que Flickr decidió estar inoperativo por mantenimiento durante casi toda la jornada (el universo se pone a veces en contra mía).
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