25 febrero, 2012

Mermelada de naranja

¡Bueno, qué días más bonitos llevamos! Mucho solecito, sin ese viento helador tan incómodo, con mucho frío aún por la noche y por la mañana pero durante las horas diurnas da gusto pasear :). Y es que aunque adoro el frío, si toca salir, no hay nada como esa sensación tan agradable de la calidez de los rayos del sol. Ayer fuimos al centro para ver una película y me sobraba el abrigo, pero claro, al volver después de cenar lo hubiera echado de menos (bueno, y haberme tomado una copaza de helado justo antes a lo mejor no ayudaba a calentarme; ¡vivan los helados en invierno!).


Por si os interesa, fuimos a ver Hugo (La invención de Hugo, en España) de Scorsese. Quién hubiera dicho que el amigo Martin iba a darnos una película así hace unos años... Me alegro muchísimo de no haber leído sinopsis, ni críticas, ni haber visto el trailer ni ningún avance, porque más allá de saber que la película era familiar, con niños, y de aventuras, no tenía ni idea de por dónde me iba a salir. Y me he dejado atrapar por la magia nostálgica que envuelve el film, porque además se homenajea una época y un personaje en concreto que estudié en la carrera y que me fascina. Así que la recomiendo :).

Al darme cuenta de que ya hay fresas por todos lados, recordé que pronto la temporada de cítricos se nos va a terminar, y además de recargar bien la despensa de mandarinas y naranjas, la otra semana preparé una mermelada que hacía tiempo que quería intentar. Desde siempre en mi familia hemos sido grandes consumidores de mermelada de naranja, nos encanta incluso de la variedad más amarga, y no podía ser que aún no hubiera envasado algunos tarros con esta confitura casera. Aprovechando que tenía un paquete de azúcar especial para mermeladas traído de Suiza me puse manos a la obra y el resultado no podría ser mejor; ¡qué color tan bonito tiene! El año que viene probaré a mezclarla con otras frutas, o especias...



Mermelada de naranja


- 1'5 kg de naranjas (de mesa en mi caso)
- 60 ml de zumo de limón
- 500 gr de azúcar gelificante

Para esterilizar los botes, yo primero los lavo con agua caliente y jabón, enjuagándolos bien. Después los coloco en el horno, sobre una rejilla, boca abajo, lo enciendo a 200ºC y los dejo unos 15 minutos. Apagar el horno y dejarlos dentro para que se mantengan calientes hasta el momento de llenarlos. Las tapaderas es conveniente esterilizarlas mejor en un cazo con agua hirviendo, secándolas bien después.

Lavar las naranjas, frotando bien cada una, y secar. Pelar la piel, evitando posibles partes dañadas, procurando sacar sólo una capa muy fina, sin llegar a lo blanco; para esta tarea un pelaverduras es ideal. Trocear las pieles en piezas finitas y poner en una cazuela con un poco de agua, sólo hasta cubrir. Hervir durante unos 10-15 minutos y desechar el agua. Retirar la parte blanca de las naranjas, las fibras del centro, las posibles semillas y trocear los gajos; a mí me gusta dejar un poco de la parte blanca más interna para dar un toque de contraste amargo, pero se pueden pelar a lo vivo sin dejar nada más que la carne del fruto. Procurar recoger el zumo que se pierda al trocear la fruta.


Mermelada de naranja


Incorporarlas a la olla, añadir el zumo de limón y cubrir con el azúcar. Poner a fuego medio mientras se remueve bien para que el azúcar se disuelva y las naranjas comiencen a soltar sus jugos. Subir el fuego y llevar a ebullición; cocinar el tiempo necesario para que espese, según instrucciones del fabricante del azúcar. En caso de usar azúcar normal, mantener la cocción a fuego medio, sin dejar de hervir, durante unos 15-30 minutos, quitando la espuma que pueda soltar. Probar el punto de gelificación poniendo una cucharadita de la mezcla en un plato muy frío (basta con dejarlo un par de minutos en el congelador); debe cuajar enseguida y volverse densa.

Retirar del fuego. Llevar los botes, que deben estar calientes, hasta 0'5 cm del borde; limpiar las bocas y las roscas y cerrar bien. Poner boca abajo hasta que haga efecto vacío y guardar en un lugar seco y oscuro.


Mermelada de naranja
21 febrero, 2012

Panecillos tiernos de calabaza y vainilla

Estaba merendando (mandarinas, ñam) como siempre aprovechando un descansito mientras disfrutaba de una de mis series favoritas (The Good Wife) cuando a mitad del capítulo se corta la imagen, ¡arg! Bueno, mientras lo vuelvo a buscar aprovecho para bloguear un poco, que pretendía publicar ayer y con el lío que he tenido estos días no he podido.

Me gustaría compartir con vosotros una buena noticia, en referencia a uno de esos proyectos que comentaba el otro día, aunque algunos ya lo sabéis (las noticias vuelvan, jajaja); ¡he entrado a formar parte del equipo de editores de Directo al Paladar! Cuando recibí la propuesta me hizo una ilusión tremenda, pues soy seguidora de dicho weblog desde hace muchos años, y poder colaborar con el fantástico equipo que lo forma es una gran oportunidad que cojo con muchas ganas. Así que estáis invitados a leerme también por allí, y si no conocíais Directo al Paladar... ¡no sé a qué esperáis! ;)





Panecillos dulces de calabaza


Con este proyecto y en cuanto empiece el curso, tendré menos tiempo para dedicar al blog, y desgraciadamente sobre todo para visitar y comentar los vuestros, pero espero poder organizarme bien y que mi rutina bloguera no se resienta demasiado :).
Hoy vengo de nuevo con calabaza, ya sabéis que yo no puedo vivir sin ella todo el año. Tenía puré preparado, ganas de algo un poco dulce para las meriendas, la amasadora que podía hacer el trabajo duro por mí... así que me lancé con una de las recetas que tenía guardadas desde hace meses. Una masa de panadería ligeramente dulce, pero sobre todo tiernísima, con un aroma delicioso gracias al toque de la vainilla. Aguantan tiernos un par de días, pero lo mejor es congelarlos individualmente si no os da tiempo a terminarlos pronto; descongelados en el micro o en el horno quedan como recién hechos.

Receta ligeramente modificada de La ciliegina sulla torta

- 325 gr de harina de trigo de fuerza
- 5 gr de levadura seca de panadería
- 200 gr de puré de calabaza
- 30 gr de mantequilla, derretida
- 75 ml de leche de soja, templada
- 50 gr de azúcar
- 1 pizca de sal
- 1/2 vaina de vainilla
- 1 huevo batido
- mermelada de albaricoque

Abrir la vaina de vainilla, sacar las semillas con un cuchillo y ponerlas en la leche, añadiendo también la vaina abierta. Calentar y dejar infusionar unos minutos. Mezclar la harina con la levadura en un cuenco. En otro recipiente más grande, batir con unas varillas a mano el puré de calabaza, la mantequilla derretida, la leche (retirando antes la vaina, escurriéndola bien), el azúcar y la sal. Incorporar la harina y mezclar hasta conseguir una masa homogénea. Comenzar a amasar sobre una superficie ligeramente engrasada; la masa debe ser similar a la de la pizza, húmeda y maleable, pero no pegajosa. Seguir amasando unos 10 minutos, hasta conseguir una masa homogénea, lisa, elástica. Formar una bola y colocar en un recipiente engrasado con aceite, dando unas vueltas para que se engrase. Tapar con film y dejar levar hasta que doble su tamaño, alrededor de dos horas.






Panecillos dulces de calabaza

Deshinchar, amasar ligeramente y dividir en 10 porciones del mismo tamaño. Amasar cada una un poco e ir formando pequeñas bolas. Colocarlas en el molde, separadas por unos 5 mm. Pintar con huevo batido, cubrir con film o un paño húmedo y dejar que vuelvan a levar, alrededor de 45-60 min.

Precalentar el horno a 200ºC.
Volver a pintar con huevo batido y hornear sobre una rejilla, bajando la temperatura a 180ºC, unos 20 minutos, hasta que se hayan dorado bien (si se empiezan a dorar demasiado por encima, debido al baño de huevo, cubrir con papel albal). Mientras se hornea, calentar en un cazo unas cucharadas de mermelada de albaricoque hasta que adquiera una textura líquida. Pintar con esta mermelada los bollos en cuanto salgan del horno. Dejar enfriar completamente sobre una rejilla.
Panecillos dulces de calabaza





18 febrero, 2012

Pan grande de espelta con masa madre

Mi estado de ánimo de hoy es muy diferente al de hace una semana; ¡hay que ver cómo puede cambiar la forma de ver el mundo en unos días! Es lo mejor que tiene la vida, que te sorprende cuando menos te lo esperas, con cosas malas pero también con alegrías inesperadas. En realidad no es que me hayan pasado cosas maravillosas, pero se han juntado varias cositas buenas y por eso hoy estoy contenta, y con ganas de viajar al pasado a tirarle de las orejas a mi "yo-alicaído" de otros días. 
Tengo algunos proyectos nuevos a la vista; voy a empezar un curso que me apetece un montón y he conseguido que me den una beca para costear la mitad de su precio; mi abuelo está ya en casa y mejorando un poco; ayer pasé un día estupendo con una amiga que vino de Murcia (aunque echamos de menos a otra que al final no pudo... ¡queda pendiente!); el lunes veré en visita guiada la nueva exposición de Chagall en el Thyssen; y con un poco de suerte mi madre pueda venir a pasar un par de días pronto.

Por estas y otras cosas he estado algo liada los últimos días... ¡tanto que esta mañana al pasear por la blogosfera me di cuenta de que era día de publicación del reto salado de WK! ¿Ya estamos a 18?


Whole kitchen en su Propuesta Salada para el mes de febrero nos invita a preparar un pan básico de masa madre.

Me encanta hornear pan con masa madre, cada vez más, aunque a veces requiera algo de tiempo y, sobre todo, saber organizarse. Para este pan no tuve que prestarle demasiada atención, sólo dejar a la masa reposar y levar tranquilamente a lo largo de dos días. El resultado fue un pan tremendamente aromático, de corteza oscura crujiente y miga muy tierna, que aguantó tierno muchos días. Se puede dividir la masa en dos o atreverse con un mega pan, y congelar la mitad en rebanadas individuales.


Pan grande de espelta




Basado en una receta de Hefe und Mehr

Prefermento:

- 75 gr de masa madre bien activa
- 130 gr de harina de fuerza de trigo
- 70 gr de harina de espelta integral
- 140 gr de agua templada

Masa final:

- 340 gr del prefermento (un poco menos de la cantidad final que se obtiene)
- 230 gr de harina de espelta integral
- 470 gr de harina de fuerza de trigo
- 2 cucharadas de melaza o miel oscura
- 18 gr de sal fina
- 1 gr de levadura de panadería seca (una pizquita)
- 500 gr de agua mineral templada

Por la mañana del día anterior a hornear el pan, mezclar bien todos los ingredientes del prefermento, tapar con un paño y dejar reposar en un lugar templado durante 8-10 horas (más frío, más tiempo).

Por la tarde-noche de ese día, en un gran recipiente mezclar las harinas, la sal, la levadura y la melaza; añadir el prefermento y el agua y mezclar bien hasta conseguir una masa homogénea, muy húmeda. Cubrir con un paño y dejar reposar 30 minutos. Con ayuda de una espátula de panadero (o herramienta similar), realizar plegados de la masa sobre sí misma, desde las paredes del recipiente hacia el centro, girando el cuenco cada vez hasta completar un par de vueltas. Tapar y dejar reposar otros 30 minutos. Repetir el proceso dos veces más. Dejar reposar la masa finalmente una hora. Deshinchar un poco; formar una bola y colocar en un recipiente limpio ligeramente engrasado. Tapar con film y un paño y dejar reposar en la nevera toda la noche.


Pan grande de espelta

Por la mañana del día siguiente, sacar el pan y dejar atemperar por lo menos una hora. Deshinchar, volver a practicar unos plegados y formar una bola, creando buena tensión en la superficie. Cubrir con harina un baneton grande o un paño limpio y poner la masa boca abajo. Tapar con film o un paño húmedo y dejar levar hasta que casi doble su tamaño.

Precalentar el horno a 250ºC, con una bandeja en la parte inferior. Enharinar una bandeja o piedra de horno, volcar con cuidado el pan y practicar unos cortes con suavidad en su superficie. Introducir en el horno, pulverizando con agua el pan y echando agua fría en la bandeja caliente de abajo, para crear vapor. Pulverizar las paredes del horno regularmente durante los primeros 20 minutos. Sacar la bandeja de abajo, girar el pan y bajar la temperatura a 200ºC. Continuar el horneado hasta completar unos 55 minutos. Si se oscurece demasiado, cubrir con papel albal.

Dejar enfriar completamente sobre una rejilla antes de cortar en rebanadas. Congelan muy bien.
16 febrero, 2012

Pan rápido dulce de avena con castañas y pasas

Hay muchas cosas que diferencian a distintos tipos de personas, y creo que una fundamental es cómo nos enfrentamos a las mañanas. Claro que a casi nadie le gusta tener que interrumpir su sueño cuando se está a gustito en la cama, pero a algunos nos cuesta menos ponernos en marcha, y otros necesitan un buen rato de remoloneo o no hay manera de activar el cerebro. A mi me gusta madrugar, aunque necesito descansar mis horas por lo que rara vez me acuesto tarde, y si suena la alarma procuro ponerme en pie enseguida; en este sentido creo que he salido a mi abuela materna y a mi padre, que está listo en un suspiro, salvo que esté en vacaciones. Mi madre y mi hermano son más remolones, y el elfo igual. Hoy no tiene clase y llevo ya un buen rato escuchando su alarma, que siempre programa para que suene un buen rato antes de cuando tiene que levantarse para que el susto de salir de la cama sea menor.
Y vosotros, ¿remolonáis entre las sábanas todo lo que el tiempo os permite? ¿Os levantaríais a la hora de comer si pudiérais? Yo reconozco que hasta me pongo de mal humor si me despierto algo más tarde de lo que es habitual en mi...

Pan dulce de avena con castañas

Horneé este dulce hace unas semanas, aprovechando unas castañas que todavía rondaban por la despensa, y buscando una receta ligera pero saciante para los desayunos. "Pan rápido", en referencia al término anglosajón "quick bread", porque realmente la textura, aunque tierna y ligeramente dulce, no tiene nada que ver con lo que conocemos nosotros por bizcocho, y obviamente tampoco es un cake. Pero vamos, que cada uno lo puede llamar como quiera, lo importane es que es una receta de las que me gustan: sencilla, rápida, nutritiva y muy versátil, pues se puede jugar a placer con los ingredientes que más gusten.

Adaptada de esta receta de Bill Granger

- 225 ml de queso fresco batido desnatado
- 75 ml de leche de soja
- 50 gr de copos de avena
- 200 gr de harina tipo bizcochona (lleva ya levadura incorporada, se puede usar harina normal)
- 40 gr de harina de trigo integral
- 1 cucharadita de levadura química (añadir 1 cucharadita extra si se usa harina normal)
- 1/2 cucharadita de sal
- 1 cucharadita de canela
- 1/4 cucharadita de nuez moscada
- 1 huevo L
- 75 gr de azúcar moreno
- 3 cucharadas de miel
- 100 gr de castañas cocidas, troceadas groseramente
- un puñado de pasas
- azúcar moreno y canela extra (opcional)

Mezclar bien el queso fresco con la leche y añadir la avena; dejar reposar 30 minutos.
Precalentar el horno a 180ºC y preparar un molde rectangular.
Tamizar en un cuenco las harinas con la levadura, la sal y las especias; añadir las castañas y las pasas, que se enharinen bien. En otro recipiente, batir un poco el huevo con el azúcar y la miel. Incorporar esta mezcla a los ingredientes secos junto con la mezcla de avena, queso y leche. Trabajar la masa con suavidad, hasta que no queden rastros secos, y verter en el molde, igualando la superficie con una espátula. Espolvorear con azúcar moreno y canela al gusto.



Pan dulce de avena con castañas


Hornear a media altura durante unos 40-45 minutos, hasta que se haya dorado bien y al pinchar un palillo salga limpio. Esperar 10 minutos, desmoldar y dejar enfriar totalmente sobre una rejilla antes de servir. Aguanta bastante bien un par de días si se envuelve en film y se guarda en un lugar fresco, pero recomiendo cortar y congelar rebanadas de forma individual si no somos muchos en casa, para ir consumiéndolo a medida que se necesite. Se descongela enseguida a temperatura ambiente, en el microondas, en el horno con calor residual o incluso en la tostadora.
14 febrero, 2012

Lentejas rojas con bulgur

Una vez más tengo que agradeceros todos los comentarios y mensajes que me habéis hecho llegar a raíz de mi pequeño decaimiento del otro día. Muchas, muchas gracias por las palabras de ánimo, por compartir vuestras propias experiencias, por el cariño virtual y por recordarme que la actitud de una misma es fundamental ante las adversidades. Y que también hay que pasar por malos momentos para levantarse con más fuerza y disfrutar de los buenos. Por eso en el día de San Valentín me acuerdo de todos los que estáis detrás de esas pantallas, visitantes ocasionales, anónimos, lectores asiduos, comentaristas, y amigos virtuales (algunos no tan virtuales ya); porque sois los que al final hacéis que esto del blog merezca la pena :-).

Y ya termino con la ñoñería, y traigo un plato que no tiene nada de especial, pero que en un día frío como hoy y después de quemar calorías y endorfinas sienta de maravilla. Cada vez me gustan más las legumbres y quiero probar más variedades a pesar de que tengo las digestiones delicadas, pero mis favoritas creo que serán siempre las lentejas, que no han faltado nunca cada semana en casa de mis padres.


Lentejas rojas con bulgur

Me gustan mucho las lentejas rojas porque al no tener piel son muy digestivas y requieren poco tiempo para cocinarse. La primera vez que las probé las hice puré triturándolas, pero últimamente me gusta más dejarlas tal cual, jugando con la textura final dependiendo del tiempo final de cocción. Los platos de legumbres en mi casa casi siempre son vegetarianos, por lo que para dar un aporte nutricional más completo he empezado a combinarlas con un cereal y conseguir un plato único lleno de proteínas vegetales (recomiendo estudiarse bien el completo post que hizo al respecto Lucia de Dime Qué Comes). En lugar de bulgur, que puede ser algo más difícil de encontrar, se puede usar arroz sin problemas, mejor si es integral.


Para dos raciones grandecitas (plato único)

- 100 gr de lentejas rojas
- 75 gr de bulgur
- 2 patatas medianas
- 1/2 calabaza pequeña (unos 200 gr, pelada)
- 2 cebolletas
- 1 diente de ajo
- 200 gr de tomate natural triturado
- vino tinto
- caldo (mejor si es casero) o agua
- aceite de oliva virgen extra
- 1 hoja de laurel
- comino molido
- cilantro fresco o perejil
- sal y pimienta negra

Pelar las patatas y la calabaza, y trocearlas, combinando trocitos pequeños con cubos más grandes; lo hago así para que las piezas más pequeñas terminen casi deshaciéndose y dando más cuerpo al guiso. Picar la cebolleta y el diente de ajo.

Lentejas rojas con bulgur


Poner a calentar un poco de aceite en una cazuela o en una olla, y pochar la cebolleta con el ajo unos minutos. Añadir la patata y la calabaza, removiendo unos minutos, y seguidamente las lentejas y el bulgur. Dar unas vueltas y regar con un poco de vino tinto. Cuando se evapore el alcohol, cubrir con caldo o agua, añadir el laurel y comino al gusto. Añadir por último el tomate, removiendo bien; tapar y dejar cocer a fuego lento durante al menos 30 minutos, vigilando que no quede demasiado seco. Salpimentar al final de la cocción y servir con perejil o cilantro fresco picado, y, como siempre, un buen pedazo de pan.
11 febrero, 2012

Corazones integrales


Estos últimos días ando un poco baja de ánimos. Algunos planes que no se han podido cumplir, un par de decepciones, la familia tocada desde la distancia, un nuevo pitido en un oído que me trae de los nervios, días tontos por culpa de las hormonas, y todo aderezado con un panorama político-social para emigrar... Pequeñas cosas que se me han juntado y me tienen un poquito decaída. 
Pero como sé que todo depende del filtro con el que se miren las cosas, hoy mismo voy a ignorarlo todo y tratar de mirar al futuro con optimismo. Para empezar, un buen desayuno con pan y mermeladas caseras mientras visito algunos de mis blogs favoritos; después saldré a correr aprovechando el sol espléndido con el que hemos amanecido y más tarde a comer con la familia política, con dos niños pequeños adorables que levantan el ánimo a cualquiera. Y esta tarde, pelis en casa y a hornear algo, de las mejores medicinas que conozco :-).


Corazones integrales


En unos días llega San Valentín, una celebración odiada por muchos e ignorada por otros tantos, mientras que algunos comerciantes sacan un buen pellizco gracias a productos supuestamente "románticos". Yo ni critico ni defiendo nada, quien quiera celebrarlo que lo haga, faltaría más :P. Pero como he dicho otros años es una excusa estupenda para sacar los colorantes rosas, los cortadores con formas de corazón y ñoñerías varias para dar un toque extra-romanticón a la cocina y repostería ^_^.
En esta ocasión he preparado unas galletas para el elfo usando una receta que tenía copiada a mano en una hoja suelta, del último verano en Suiza, cuando asalté la biblioteca culinaria de mis familiares. El problema es que no sé si la copié de un libro, una revista, un recetario casero... Pero las galletas están riquísimas. Y horneadas con mucho amor, por supuesto! ;-).

- 300 gr de harina de trigo integral
- 180 gr de mantequilla o margarina, fría, cortada en cubos
- 150 gr de azúcar moreno
- 100 gr de almendra molida
- 2 huevos L
- 1 clara de huevo L
- ralladura de 1 limón
- 1 cucharada de zumo de limón
- 1 pizca de sal
- 1/4 cucharadita de levadura química
- 1/4 cucharadita de canela molida

Batir la mantequilla con la harina con ayuda de una batidora de varillas hasta conseguir una textura como de arena. Añadir el azúcar, la almendra y los huevos, y batir un par de minutos. Incorporar el resto de ingredientes y mezclar bien hasta conseguir una masa homogénea. Dividir en dos, formar dos bloques planos, envolver en film y dejar en la nevera como mínimo 1 hora, aunque mejor toda la noche.



Corazones integrales


Precalentar el horno a 200ºC y preparar un par de bandejas. Estirar cada porción de masa sobre una superficie antiadherente o ligeramente enharinada, con ayuda de un rodillo, hasta dejar un grosor de unos 5 mm, aproximadamente. Recortar galletas con cortadores de corazones y colocar en las bandejas, separadas ligeramente. Pintar con huevo batido y hornear a media altura, bajando un poco la temperatura, durante unos 15 minutos, o hasta que estén doradas. El tiempo dependerá de cada horno y del tamaño de las galletas; recomiendo girar la bandeja a mitad de tiempo para que se horneen todas por igual. Esperar unos 5 minutos fuera del horno, trasladarlas a una rejilla y dejar enfriar totalmente antes de guardarlas en un recipiente hermético.



Corazones integrales
09 febrero, 2012

Garbanzos tostados aromáticos

El mundo de los sueños me fascina. Según tengo entendido, siempre soñamos aunque no siempre nos acordemos, ¿por qué será? ¿Y por qué muchas veces se nos olvida lo que hemos soñado al rato después de levantarnos? Por no hablar de esos sueños que en nuestra cabeza tienen sentido, pero cuando los queremos explicar con palabras, resulta casi imposible encontrarle coherencia narrativa. Algunas veces soñamos con temas que nos tienen preocupados u obsesionados en ese momento (qué típico soñar con que llegamos tarde a coger un tren o avión, o que tenemos un examen, cuando es así en la realidad) o algo que tenemos que recordar hacer al día siguiente. En ocasiones los sueños son auténticas historias de fantasía o ciencia ficción, mientras que en otras son tan realistas que podemos dudar si ocurrió de verdad o fue una creación del subconsciente (me ha pasado mucho con conversaciones que no sé si he tenido o no despierta). Otros sueños que me desconciertan son los que me traen lugares, épocas o personas en los que no pensaba desde hacía años (soñar con compañeros del colegio, por ejemplo), sin venir a cuento de nada. Y a veces soñamos con cosas geniales que nos llevan a la desilusión cuando al despertar nos damos cuenta de que... sólo era un sueño.
El otro día soñé que me tocaba la lotería y ayer que Madrid se despertaba con un precioso manto blanco.  Como si no costara ya madrugar con este frío como para tener encima que lidiar con una sensación de euforia falsa provocada por sueños estafadores.

Roasted Chickpeas

La receta de hoy es de lo más sencilla, y seguro que la habéis visto ya en otros blogs o libros de cocina, sobre todo extranjeros. No requiere más que un bote de garbanzos cocidos, las especias que más nos gusten y el horno. No penséis que quedan como esos garbanzos duros como piedras, incomibles, que rellenan las mezclas de frutos secos salados comercionales; tostándola en el horno esta legumbre sale crujiente, convirtiéndose en un snack saludable estupendo para tener siempre en la despensa, y también da un toque genial a cremas o sopas, como si fueran picatostes de pan. La última vez usé la mezcla de especias que señalo a continuación, pero podéis usar las que más os gusten, más picantes, agridulces... Con Ras el hanout por ejemplo salen muy ricos también.

Roasted Chickpeas

- 1 bote grande de garbanzos cocidos, o unos 400 gr de garbanzos cocidos en casa
- 1 y 1/2 cucharadas de aceite de oliva virgen extra
- 1 cucharada de zumo de limón
- 1/2 cucharadita de sal fina
- 1 cucharadita de pimentón dulce
- 1/4 cucharadita de pimentón picante
- 1 cucharadita de comino molido
- 1/2 cucharadita de cilantro molido
- 1/2 cucharadita de cúrcuma
- 1/2 cucharadita de tomillo

Precalentar el horno a 200ºC y preparar una bandeja.
Enjuagar y escurrir bien los garbanzos. Distribuirlos sobre la bandeja de horno, en una sola capa. Hornear 10 minutos. Mientras tanto, mezclar en un recipiente el resto de ingredientes. Sacar los garbanzos, incorporarlos a las especias y mezclar bien. Devolver a la bandeja de horno, en una sola capa, y de nuevo hornear, removiendo de vez en cuando, durante unos 15-20 minutos más, hasta que queden bien dorados y crujientes. Guardar en un recipiente hermético cuando se hayan enfriado.
Roasted Chickpeas
07 febrero, 2012

Operación Lebkuchen VI: Läckerli II


Qué bien sienta una duchita después de hacer algo de ejercicio, aunque me da muchísima pereza secarme el pelo después (creo que tengo todavía algo de trauma infantil al respecto... ¡cómo odiaba el secador!). Hoy estamos teniendo en Madrid una mañana muy rara, con nubes negras que vienen y van, sale el sol, se oscurece, llovizna, sopla viento... he tenido de todo en la hora que he estado fuera corriendo, pero bueno, así es más entretenido :P.

Retomo mi cruzada particular en busca del Lebkuchen perfecto (en realidad es una excusa para tener siempre pan de especias por casa, que ya os habréis imaginado que me gusta en todas sus versiones) centrada ahora en conseguir aproximarme lo máximo posible al suizo Basler Läckerli. A este paso casi se va a convertir en un reto mensual, pues ya tengo fichadas otras recetas que presumen de ser las más cercanas al original y no veo el momento de volver a ponerme manos a la obra con ellas.

Leckerli V.2


En esta ocasión me he basado en una receta obtenida de una web (de diseño viejuno total) que recoge recetas típicas suizas, en inglés. He probado algunas y salieron bien, pero en este caso el supuesto Läckerli se parece más a otras galletas de especias que al característico dulce suizo. La textura es más densa y el sabor un pelín demasiado dulce, además le falta almendra picada junto a la fruta confitada. Pero nos vamos acercando, esta receta incorpora avellana y el típico Kirsch. Läckerli o no, son unos bocados deliciosos ;).

Receta ligeramente modificada de aquí

- 225 gr de miel
- 150 gr de azúcar
- 1 cucharada de mezcla de especias (más información aquí)
- 50 gr de naranja confitada, picada
- 50 gr de limón confitado, picado
- 50 gr de almendra molida
- 50 gr avellana molida
- ralladura de limón
- 50 ml Kirsch
- 300 gr harina
- 3/4 cucharadita bicarbonato de amonio (o de sodio, en su defecto)

- 75-80 gr de azúcar (glas aprox)
- 1- 1 y 1/2 cucharada de Kirsch o agua (aprox.)

Poner la miel, el azúcar y las especias en una sartén al fuego, a temperatura baja, removiendo bien con cuidado de que no llegue a hervir, hasta que se forme una mezcla homogénea. Retirar y dejar enfriar un poco. Mezclar en un recipiente grande la harina con la almendra y la avellana molidas y la fruta confitada; incorporar la ralladura de limón, el Kirsch y el bicarbonato. Añadir la mezcla de miel y trabajar la masa hasta que quede homogénea, húmeda pero maleable; se debe poder amasar a mano sobre una superficie limpia. Estirar con un rodillo hasta dejar un grosor de unos 5 mm y colocar en una bandeja de horno engrasada o forrada con papel vegetal. Cubrir con un paño y dejar reposar unas 5 horas o toda la noche, a temperatura ambiente.

Leckerli V.2


Precalentar el horno a 220ºC. Pinchar la superficie de la masa con un tenedor. Hornear a media altura a 200ºC durante unos 15-20 minutos, dando la vuelta a la bandeja a mitad de cocción para que el horneado sea homogéneo. Mientras tanto, preparar el glaseado mezclando el azúcar glas tamizado con Kirsch o agua. Pintar con esta mezcla la masa horneada cuando continúe caliente. Una vez seco el glaseado, cortar en piezas rectangulares de unos 5-3 cm de lado; dejar enfriar totalmente antes de guardar en un recipiente hermético.
04 febrero, 2012

Sopa de espinacas con hinojo

¡Brrrrrrrr!

Sabía que iba a llegar un temporal de frío polar en cuanto entrara febrero, ¡pero no imaginaba que sería tan fuerte! Lo malo es que por aquí en Madrid ciudad no nos ha traído nieve, con la ilusión que me haría levantarme una mañana y ver aunque fuera una capita blanca en el suelo... Y en su lugar sopla un viento tremendo, bueno, como en casi todo el país. Al vivir en un piso alto y no tener edificios muy cerca, desde nuestra casa se oye muchísimo, soplando con una amplia gama de aullidos y silbidos, golpeando las ventanas... Me recuerda a los temporales que solían ser frecuentes en mi campo de Murcia, donde sopla mucho viento. De pequeña no me gustaba nada de nada, me daba más miedo el viento fuerte que los truenos y los rayos, además hace la vida muy incómoda. En temporales así siempre me acuerdo de un corto clásico de Disney, El Viejo Molino (The Old Mill, 1937) donde los habitantes de un molino abandonado se enfrentan a una gran tormenta, y el fuerte viento sacude todo y produce sonidos tenebrosos... 
Pero al final todo pasa ;).






Ayer por suerte salí a correr temprano cuando el viento todavía era suave. Me hace gracia pensar en el tiempo que tardo ahora en equiparme para salir, pues cuando empecé allá en septiembre sólo me cambiaba las zapatillas. Por cierto, me vino genial el último (último-último-de verdad) regalo de Navidad, que los Reyes también me dejaron un detallito en casa de los abuelos del elfo, un conjunto de gorro y guantes femeninos (sí, con un agujero en el gorro para la coleta del pelo!) para correr con frío ^_^.
Los abuelos andan así-así, pero mejor. El mío está ahora mismo ingresado pero por lo que me cuenta mi madre está bien, en tratamiento y observación, pero esperan tenerlo en su casa pronto, que al fin y al cabo es donde mejor se encuentra anímicamente. Muchas gracias a todos por los comentarios de ánimo, no os imagináis lo importante que es para mí saber que puedo contar con vuestras palabras de apoyo y cariño :-).

Sopa de espinacas con hinojo

Con este tiempo, al regresar a casa y después de una duchita calentita, lo que más me apetecen son platos caldosos bien humenates. Inspirada por un par de recetas que había visto en las últimas semanas, improvisé una sopa de espinacas que me sorprendió por lo buenísima que estaba. Nueva combinación ganadora: espinacas+hinojo. Reconfortante y muy digestiva.


- 1 puerro
- 1 chalota
- 1 bulbo de hinojo
- 400 gr de espinacas frescas
- 1 tomate pelado rallado
- 1 cucharadita de concentrado de tomate (opcional)
- vino blanco
- el zumo de 1/2 limón
- 1 litro de caldo de verduras
- 1-2 hojas de laurel
- un puñado de perejil fresco
- 1 cucharada de tomillo
- 1 cucharadita de comino molido
- 1/2 cucharadita de estragón
- sal y pimienta
- aceite de oliva virgen extra
- 2 cucharadas de levadura de cerveza en copos (opcional, aporta buenos nutrientes y le da más sabor)

Preparar las verduras. Desechar la parte más verde del puerro y las ramas y la base dura del hinojo (reservar las posibles hojas del hinojo, van bien para condimentar la sopa terminada). Picar ambos y la chalota muy finos, mejor si se tiene una picadora o trituradora de alimentos. Calentar un poco de aceite en una cazuela y añadir las verduras. Dar unas vueltas a fuego vivo, añadir el tomate, regar con el vino y el limón. Cuando se evapore el alcohol, añadir las hierbas aromáticas y un poco de sal. Incorporar el caldo, llevar a ebullición y dejar cocer, tapado, a fuego bajo, unos 15 minutos.

Sopa de espinacas con hinojo

Añadir las espinacas en varias tandas; pueden parecer muchas hojas pero a medida que se cocinan se van reduciendo y fundiéndose en el caldo. Tapar y dejar cocer a fuego mínimo unos 10 minutos más. Salpimentar al gusto y añadir la levadura, en su caso, removiendo bien para que se integren. Servir bien caliente con un buen pan a mano.
02 febrero, 2012

Haferflockenplätzchen con muesli

Al fin llegó febrero, y con él la tan deseada por muchos ola de frío polar. No es que sea una noticia sorprendente: estamos en pleno invierno y hace frío, oh, sorpresa. Pero con el tiempo tan cálido que ha hecho hasta ahora en gran parte del país que bajen tanto las temperaturas sí que parece una novedad. ¡Veremos mañana cómo me sienta salir a correr con tanto frío!

El mes se presenta algo movidito, con unos cuantos planes en el aire y, con un poco de suerte, espero recibir algunas visitas desde Murcia. Pero por desgracia también han surgido contratiempos; tenemos a los abuelos pachuchos. El paterno del elfo nos dio otro susto la otra semana pasada y el mío se encuentra bastante mal a raíz de un pequeño accidente doméstico que tuvo después de Navidad. Ayer se lo llevaron al hospital para hacerle unas pruebas; espero la llamada de mi madre hoy para tener noticias. Cuando hay problemas familiares es cuando la distancia se hace más difícil, pero bueno, poco más podría hacer si estuviera allí. 
Esta tarde vamos a visitar a los otros abuelos del elfo que andan también regular; voy a hornear unas magdalenas para ellos ya que les encanta el dulce y las masas esponjosas son las que más agradecen sus dentaduras :-).

Haferflockenplätzchen con muesli

Hoy os dejo la otra receta que se me quedó olvidada entre tanto Lebkuchen navideño, unas galletitas fantásticas a pesar de su ¿impronunciable? nombre. Los más veteranos recordaréis quizá la primera versión, Haferflockenplätzchen, unos bocaditos de avena que he repetido muchas veces por lo rápidos y ricos que resultan. Esta es una versión mejorada ya que incluye más ingredientes; lo mejor que es que se puede añadir casi cualquier cosa que tengamos en la despensa y jugar con los aromas. Si os gustan crujientes, haced las porciones pequeñas; yo prefiero un exterior doradito que cruja con un interior más tierno.

Receta ligeramente modificada de Marions Kochbuch

- 300 gr de muesli variado (copos de avena, copos de centeno, copos de maíz, semillas de sésamo, pipas de girasol, semillas de amapola, pasas... mezcla al gusto)
- 1 cucharada bien colmada de miel
- 2 huevos L
- 100 gr de azúcar
- 1/2 cucharadita de esencia de vainilla
- 1/2 cucharadita de canela
- 1/4 cucharadita de clavo

Precalentar el horno a 175ºC y preparar una bandeja.
En una sartén antiadherente sin aceite, a fuego medio-bajo, tostar ligeramente la mezcla de muesli, hasta que empiece a soltar aroma. Añadir la miel y remover con una cuchara de madera hasta que quede bien integrada. Retirar del fuego y dejar enfriar un poco. 
Mientras tanto, batir los huevos, el azúcar y la sal con una batidora de varillas, hasta que quede espumoso. Incorporar la mezcla de muesli y las especias; mezclar bien hasta conseguir una masa homogénea. debe quedar húmedo pero maleable. Dependiendo del tamaño de los huevos, puede hacer falta añadir más cereal o miel; tiene que tener la consistencia apropiada para formar montoncitos sin que se derrumben. Con ayuda de una cuchara, formar porciones y distribuirlas sobre la bandeja. Hornear a media altura durante unos 10 minutos, hasta que se hayan dorado al gusto. Esperar un par de minutos fuera del horno y dejar enfriar totalmente sobre una rejilla.

Haferflockenplätzchen con muesli
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